Castelló de Rugat es un lugar de encuentro. Su posición estratégica elevada sobre el mediterráneo, a medio camino del valle y de la sierra, lo han convertido en una encrucijada de las diferentes culturas que han poblado estas tierras a lo largo de la historia. Un pueblo acogedor y abierto rodeado de un rico entorno natural, puerta del Benicadell. La preciosa silueta recortada siempre presente, montaña emblemática de la Vall d’Albaida.

Con vestigios de humanización desde la Edad del Cobre, a lo largo de los tiempos ha destacado la industria de la alfarería, que llegó a dar nombre al pueblo, y la agricultura. Actividades que han moldeado notablemente el paisaje de Castelló y los alrededores. Una tierra y un pueblo con una intensa cultura mediterránea que invita a paseos amables y al contacto con su gente. Un tesoro del interior donde el visitante se olvida de las prisas.

Sin salir de Castelló se nos abre una amplio abanico de posibilidades. El entramado urbano propone una sugerente ruta en la que descubrir el patrimonio arquitectónico; testimonios vivos de la actividad económica y de las diferentes culturas que lo han poblado. Igualmente interesante resulta dejarse perder por el tejido del Castelló musulmán, origen a partir del cual crece el pueblo actual, que sin duda nos llevará hasta la Ermita. Paraje municipal protegido, muy apreciado por los castellonenses, y mirador privilegiado de la comarca.

De la misma manera, el entorno natural del pueblo ofrece encantadores paseos. Tanto la ruta de la Sierra como la de los Barrancos, perfectamente señalizadas, satisfarán a los excursionistas más exigentes.

Algunos vecinos del pueblo se ocupan en fábricas de alfarería y realizan diferentes vasos, especialmente tinas de gran capacidad llamadas gerres, y por eso se conoce el lugar como Castelló de les Gerres

Observaciones – 1797 – Botánico Cavanilles

Efectivamente, como resaltaba Antoni Josep de Cavanilles, en la historia de Castelló ha tenido mucha importancia la industria de la alfarería, que ha ido evolucionando hasta nuestros días. Las tierras arcillosas del entorno la han sostenido. Aún hoy se mantiene viva la producción, y en el pueblo encontraremos el Museo-Talerr de la Cerámica de les Gerres. También, bien restaurado y visitable, el horno más antiguo del pueblo, conocido como dels Macenes, testimonio de la actividad alfarera artesanal.

Castelló de Rugat, como toda la comarca de la Vall d’Albaida, es depositaria de una rica tradición cultural que se expresa en sus fiestas y gastronomía. Las fiestas de agosto tienen lugar el primer domingo después del 15 de agosto. Danzas, cabalgata, bailes populares y, como no podía ser de otra manera, los característicos desfiles de Moros y Cristianos, símbolo de identidad del territorio. Por San Antonio, celebración también muy popular, se suben todos los animales a la Ermita y se celebra el Porrat, mercado tradicional. Las fiestas de otoño, los dies 6, 7 y 8 de diciembre, son de carácter religioso en honor de la patrona la Mare de Déu del Remei.

Una de las celebraciones más queridas y entrañables es la fiesta de les Cassoletes, el 21 de octubre. Numerosos castellonenses suben a la Ermita para comerse un arroz al horno, y después participar en alguna actividad cultural. La fiesta, iniciada en la década de 1920 por una maestra que subía con sus alumnas, pone de relieve el elemento más destacado de la gastronomía local, el arroz en todas sus variantes. Al horno, caldoso, con fessols i naps…También hay que probar el embutido tradicional como los blanquets, botifarres i llonganisses, que se pueden acompañar de las típicas coques de dacsa (de maíz), sin olvidar dulces como los pastissos de moniato o almendra, los rollos de anís y las tortades.